Primero que nada, agradecer enormemente la invitación de Maritza y junto con ello, al precioso grupo que me acogió y respaldó en esta bella y extraordinaria aventura. Dar las gracias infinitas por tan bella experiencia.

Yo le llamo “Un reencuentro con la vida, la naturaleza y la cordillera”.

Un viaje a nuestro ser, con mágicos momentos que se entrelazaron con risas, colores, fragancia, cansancio, compañerismo, en suma un torrente de emociones que fluyó al paso de las aguas del Rio Clarillo.

Hay que mencionar que disfrute cada instante, cada paisaje, cada imagen que se iba mezclado con cada gota de sudor por cada paso, cada mirada, cada palabra compartida y las que faltaron por compartir, quedando todo registrado en mi memoria, en mi corazón y en mi alma.

Las caricias del viento, los abrazos de la naturaleza, la tierra que te sujeta crean lazos que jamás se olvidarán y personalmente en la medida que van pasando los días, se van transformando en un recuerdo que espero y pretendo nunca olvidar.

Llevo en mi corazón lo más bello y simple de cada uno de ustedes. Esperando que este sentimiento sea compartido, me despido hasta una próxima aventura.

Palabras escritas por nuestra amiga Mirella Pinto Sotomayor.

 

 

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